sábado, 7 de agosto de 2010

Sobre Dionisios y Nietzsche

Dionisos Zagreus, hijo de Zeus y Deméter, cielo y tierra. Hera, la esposa
de Zeus se enfureció tanto con la infidelidad de su marido que ordenó a los titanes descuartizar y cocinar a Dionisos en un caldero.

Sin embargo Zeus, con la ayuda de Atenea, consiguió rescatar su corazón, que aún latía, y con él preparó una poción que dio a Semele, princesa tebana, dejándola encinta. Hera preparó una trampa para matar a Semele, mas Zeus arrancó el hijo no nacido y lo guardó en su muslo hasta que nació. Entonces lo entregó a Hermes para ser instruido.

Dionysios o Dionisos, “El nacido dos veces”, representa las fuerzas de lo
inconvencional, sus cultos se contraponen con las religiones tradicionales. Dionisos no puede ser sólo considerado, como su versión romana, Baco, dios del vino, del entusiasmo y del deseo sexual; Dionisos es el dios de la liberación, de la eliminación de las prohibiciones y de los tabús, de las catarsis, de la exhuberancia de la naturaleza y de la vida, y del éxtasis a través de la expresión de lo irracional.

Simboliza las fuerzas que disuelven la personalidad adquirida, la máscara de “civilizado” que imponemos a nuestra naturaleza animal. Así, las orgías dionisiacas pretendían rescatar las formas caóticas y primordiales de la vida. Dionisos como Zaratrusta, ambos inspiradores de Nietzsche, tienden a hacer de los humanos seres divinos, o mejor, a reconocernos como dioses.