Lágrimas, vanas lágrimas, cuyo sentido ignoro, / Lágrimas desde lo hondo de alguna divina desesperanza / Nacen en el corazón y se agolpan en los ojos, / Cuando se contemplan los apacibles campos otoñales / y se piensa en los días idos para siempre.
Frescos como el primer rayo que ilumina un velamen, / Que hace surgir a nuestros amigos del averno, / Tnstes como el último rayo que empurpura el navío / Hundiéndose con todo lo que amamos; / Así de tristes, así de frescos, los días idos para siempre.
Ah, tristes y extraños como en las sombrías albas estivales / El primer gorjeo de los pájaros soñolientos / Para los oídos del moribundo, cuando sus ojos agonizantes / Ven iluminarse lentamente la ventana; / Tan tristes, tan extraños, los días idos para siempre.
Caros como los evocados besos de alguien ya muerto, / Y dulces como aquellos que la fantasía sin esperanzas imagina / En labios que son de otros; profundos como el amor, / Profundos como el primer amor, y exaltados de nostalgia; / Oh muerte en vida, días idos para siempre.
Estos son textos inéditos propios y otros ajenos conocidos, también hay algunas imágenes y señales que he hallado y construido; y que ahora deseo compartir entre-nos-otros (me gusta recibir tus comentarios). Es parte del ejercicio de exponer-me como la aprendiz que soy, de poder viajar entre los pliegues de mis trazos, navegando preguntas para seguir abierta a reinventarme, evolucionar-me, desatarme, alborotarme, quitarme el polvo, y más aún, desaprender atajos a la sombra.