Revoloteo como una pájara perdida
entre ramas de silencios y de truenos,
en brazos del milagro por que vivo.
Voy de una rama al viento
y de cada pared,
cada techo, cada daño
en el vuelo aprendo.
He seguido los pasos lúgubres
del duelo y los pasos breves
de la niña invisible que he sido.
Creo haber elegido
y recorrido rutas
que se me han puesto,
y las canto, amarrando
a mi historia cada bálsamo
y cada piedra.
Yo he estado en cada
pequeño estrago
sobre las hojas muertas
y ganado los tres amores
que por mi han pasado.
Sigo ahora el camino
que mis pasos hallaron
sin saber hasta donde
mis pasos lo han querido.
Un corazón en camino
han dañado, mi corazón
con sangre han marcado,
y con sudor,
y lágrimas
y espantos.